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  • Foto del escritorMateo Roldos

Roxana Garbarini

Actualizado: 30 oct 2019

Ya eran las 18:20 y todavía no había salido de casa. Por suerte, mi querida abuela Susana me había prestado su autito. Me subí rápido en el Suzuki Celerio y arranqué para la facultad. Tenía una sensación muy diferente a la conferencia pasada, estaba como raro, inseguro.


Para que tengan una idea lo que más me gusta del auto de mi abuela es que además de tener buenos parlantes tiene conexión bluetooth. Siempre que me lo presta armo una especie de boliche adentro del auto y voy gozando con la música al palo todo el viaje. Pero esta vez el Suzuki iba calladito y yo lo manejaba despacio, pensante, por la rambla de un Montevideo nublado que nos sacudía con sus fuertes olas de viento. Raro.


Ahora, viéndolo desde el presente lo entiendo mucho mejor. Estaba por escuchar a la Diseñadora Industrial bonaerense Roxana Garbarini, una de las diseñadoras número uno de latinoamérica. Otra despegada.


No era para menos. Esto era para mí como encontrarme con un yo exitoso del futuro. Muy exitoso. Este Mateo dirigía un centro internacional de diseño y era investigador y profesor de la Universidad de Buenos Aires entre muchas otras cosas. Solo pensarlo me petrificaba.


¿Este Mateo sería feliz? ¿Qué tendría para decirle al mundo? ¿Tendría la solución para hacer al mundo sustentable? Sin dudas no era ese el Mateo que supe soñar de adolescente: despreocupado, de pelo largo, haragán, que caminaba bronceado por las playas de Brasil tomando caipirinha. Pero era una buena versión. Y ahí iba en el suzuki, duro del susto, dirigiéndome lentamente a un encuentro mágico que podría cambiar el rumbo de mi vida.


Para mi sorpresa Roxana era una persona normal. Era inteligente, cálida, simpática, era humana. También usaba ropa normal.


Empezó la conferencia y me atrapó enseguida. De entrada comenzó a cuestionar la definición de desarrollo sostenible de la ONU:

“Desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”.

¿Y los animales? Se preguntó. ¿Y cuales son esas necesidades? “Esta definición es vaga, es muy genérica” afirmó con seguridad. Me tocó el corazón de entrada. Este Mateo del futuro no solamente era exitoso: era natural, humano y cuestionaba con valentía a la ONU.


Con un acelerado ritmo porteño pasó a la segunda diapositiva, las ciudades sostenibles e inteligentes. Esto ya se estaba poniendo lindo. Así las definía:

"Una Ciudad Inteligente y Sostenible es una ciudad innovadora que aprovecha las tecnologías de la información y la comunicación y otros medios para mejorar la calidad de vida, la eficiencia del funcionamiento y los servicios urbanos y la competitividad, al tiempo que se asegura de que responde a las necesidades de las generaciones presente y futuras en lo que respecta a los aspectos económicos, sociales y medioambientales".

No había terminado de leer la definición y Roxana ya había comenzado con una especie de metralleta de conceptos teóricos y con un tinte político que me hizo olvidar la teoría de mi yo futuro.


Ciudades 4i, ciudades 360, ciudades en redes, ecosistemas urbanos con comportamientos colaborativos, ciudades que contemplan el espesor de lo virtual, Roxana comenzó a conectar todos estos conceptos a un ritmo que ni el oyente más atento podía retener.



Yo esperaba con ansias el momento de escuchar sobre las energías limpias, la movilidad alternativa, la soberanía alimentaria, las alternativas al plástico, las construcciones no contaminantes. Este momento nunca llegó.


Entre lo que alcancé a entender y luego reconstruimos con mis compañeros (ayudados con unas cuantas lecturas que Roxana nos dejó), ella proponía una ciudad utópica en donde convivían la sustentabilidad y tecnología de punta para la comunicación e información. Luego de presentar la definición que ya vimos, se centró en comentar sobre las tecnologías de la comunicación y en otras varias herramientas teóricas de diseño; como una tabla de diseño de experiencia, diseño colaborativo en red, entre otras cosas.


Algo no me cerraba... las ciudades modernas de hoy en día son las más desarrolladas en tecnología de la comunicación y a la vez las más contaminantes en la historia de la humanidad.


Entonces, este tipo de tecnologías en la que Roxana centró su conferencia ¿tienen una relación directa con la sustentabilidad?


Vayamos a los hechos, ¿existieron en la historia de la humanidad ciudades sustentables que satisfacían sus necesidades sin agotar sus recursos para siguientes generaciones? Por supuesto, en toda la historia de la humanidad ninguna ciudad agotaba sus recursos de la forma que lo hacemos hoy en día en nuestras ciudades modernas.


Para dar un ejemplo las culturas precolombinas del amazonas no solo no agotaban sus recursos, sino que los potenciaban para la siguientes generaciones. Desarrollaron en tierras que no eran fértiles un sistema inteligente que generó uno de los suelos más fértiles del mundo con la capacidad de auto-regenerarse, mejorando su fertilidad año a año. Se dice que este sistema supo alimentar unas 5.000.000 de personas. Si quieren conocer más sobre esta civilización no se pierdan el siguiente documental:

Estas ciudades amazónicas no utilizaban las tecnologías modernas y sofisticadas de comunicación que Roxana proponía. Tampoco eran constantemente innovadoras. Tenían épocas de cambio sí, pero por muchas generaciones mantenían los mismos sistemas. Sin embargo nos daban una lección de sustentabilidad gigantesca.


Las teorías en las que Roxana basó su conferencia me parecieron sumamente interesantes. Estas sofisticadas tecnologías de la información y la comunicación, al igual que sus teorías sobre el diseño, son sin dudas herramientas muy poderosas, pero no encontraba en ellas un claro camino práctico hacia la sustentabilidad.


La conferencia llegaba a su fin y yo me sentía todavía más confundido que antes. Había estado en desacuerdo con el Mateo exitoso del futuro que era muy inteligente, serio y profesional ¿Cómo podía ser?


Al final, capaz que soy más parecido al Mateo de pelo largo que sigue tomando sol en la playa y a esta altura ya debe estar tomando la cuarta caipirinha.

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